domingo, 20 de abril de 2008

Caral o Bandurria: Cuna de la civilización



  • Ciudadela de Caral. Foto: ANDINA/ARCHIVO.











  • Desde hace alrededor de una década el Perú se ha enorgullecido de poseer la ciudad más antigua de América: Caral. Este sitio arqueológico, ubicado en el valle de Supe, al norte de Lima, se convirtió en un referente para el país. Gracias a la tarea de difusión de la doctora Ruth Shady, directora del proyecto arqueológico de Caral, el público conoció de teorías que presentan a esta zona como la cuna de una de las civilizaciones más antiguas de las que se tenga noticia.

    Hace unos días, una noticia volvió a llamar la atención sobre la antigüedad de la civilización en el Perú. El arqueólogo Alejandro Chu Barrera informó que recientes fechados al sitio arqueológico de Bandurria, situado a pocos minutos de Huacho, señalan una fecha anterior a la de Caral. La pregunta que surgió entre los aficionados a la historia fue cuál era entonces la cuna de la cultura, si la famosa ciudad de Caral o el poco difundido sitio costero de Bandurria.

    Son la misma cultura
    Conversando con los encargados de ambos proyectos arqueológicos, la doctora Ruth Shady, de Caral, y Alejandro Chu Barrera, de Bandurria, lo que queda claro es que los dos lugares pertenecen a la misma cultura y período de tiempo. Sin embargo, hay algunas diferencias de apreciación.

    Shady recuerda que su posición ha sido siempre plantear que la civilización se formó en el área comprendida entre el río Santa, por el norte, y el río Chillón, por el sur, más 300 kilómetros tierra adentro.

    La cultura que surgió, que ella denomina Caral, se formó según su idea no sólo con las poblaciones costeras sino también con asentamientos en el callejón de Huaylas, en Conchucos, en Kotosh, en Huánuco, Piruro en el Marañón o las Shicras en Huarmey. Entre estos lugares estaría también Bandurria, al que describió como una pequeña aldea de pescadores.

    Sin embargo, para Chu Barrera, es a orillas del mar donde se origina la cultura. Lugares como Bandurria o Áspero, ubicado en la costa más al norte, son señalados por él como los posibles primeros focos de las primeras sociedades. De acuerdo con su hipótesis, es gracias a los recursos marinos que las aldeas pudieron agrupar a mayor número de gente y formar luego estructuras sociales complejas.

    Debate arqueológico
    Ruth Shady ha mostrado su inconformidad sobre que se haya promocionado los hallazgos de Bandurria comparándolos con la ciudad más antigua de América. “Da risa que, en lugar de integrarnos, siempre estemos tratando de destacar algo a partir de Caral”, asegura.

    Ella reclama que el sitio arqueológico que ella investiga desde hace década y media en Supe es el núcleo más destacado que domina a todos los demás en la cultura Caral. Indica, además, que la importancia económica de este complejo urbano era muy superior al que se muestra en Bandurria. Hecho que se evidenciaría en el tamaño de los edificios.

    La profesional afirma que su proyecto no está en pelea con otros por saber cuál es más antiguo, sino más bien busca la puesta en valor integral de los sitios históricos.

    Comenta sobre sus colegas arqueólogos que hay con los que se puede dialogar; “pero hay otros más cerrados que están en la competencia, y queriendo conseguir mejores fondos, se cuelgan de la fama de Caral, que nos ha costado catorce años de trabajo”.

    Hechos y teorías
    Por su parte, el arqueólogo Alejandro Chu Barrera asegura que no se puede suponer que de la noche a la mañana surgen pirámides de varios metros. Asegura que difundir el dato que su sitio tiene unos siglos más que Caral no es aprovecharse de la notoriedad del otro lugar. “Sólo estoy diciendo un hecho”, puntualiza.

    El profesional reconoce que el complejo arqueológico de Supe tiene una estructura mucho más compleja que la de Bandurria. No obstante, se reafirma en considerar a los lugares costeños, como el que él estudia, el origen de la primera civilización de América.

fuente: andina.com.pe

miércoles, 2 de abril de 2008

Publican libro Adivinación y oráculos en el mundo andino antiguo

El Fondo Editorial de la PUCP acaba de publicar el libro Adivinación y oráculos en el mundo andino antiguo, conjunto de ensayos que abordan el papel de la adivinación en el Perú antiguo. Los artículos han sido editados por Marco Curatola y Mariusz S. Ziólkowski.

Los oráculos cumplieron tan importante misión en el mundo andino antiguo que en ninguna otra civilización de la historia –China, Grecia o Roma– se dio un uso tan extendido de la práctica de consultar a las divinidades.

Lugares de acopio de información e instrumentos de legitimación de poder e influencia, centros religiosos como Pachacámac, Coricancha o Huanacauri se constituyeron en blanco de largas peregrinaciones humanas y cumplieron una función medular que los estudios de este libro intentan esclarecer.

Adivinación y oráculos en el mundo andino antiguo reúne investigaciones de prestigiosos estudiosos del mundo andino antiguo, como María Rostorowski, John R. Topic, César Astuhuamán, Meter Eeeckhout, Tom Zuidema, Margarita Gentile, Lorenzo Huertas, Karen Spalding y José Carlos de la Puente Luna.

Todos ellos abordan el estudio de una serie de santuarios del Perú prehispánico desde el estricto enfoque de su función oracular, lo que hace de este libro el primero de su naturaleza.

Marco Curatola es profesor y coordinador del programa de Estudios Andinos de la PUCP. Mariusz S. Ziólkowski es catedrático de la Universidad de Varsovia.

FUENTE: ANDINA.COM.PE


El arte textil y el mundo de los muertos

Muestra de telas Paracas en el Museo Quai Branly asombra París. Es la primera vez que Perú permite la salida de un número considerable de telas.

Fernando Carvallo, desde París.

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De leyenda. Manto con decorado antropomorfo. Foto de Daniel Giannoni.

Quienes hace dos mil años enterraron a sus muertos en fardos funerarios ubicados en necrópolis de la castigada península de Paracas, siguen revelando sus secretos. Tras ellos se ha dirigido desde este martes un público acostumbrado a la vasta oferta de las instituciones culturales parisinas. La singular exposición ha sido organizada por el Museo del Quai Branly bajo el título de "Paracas, tesoros inéditos del antiguo Perú".

Preparada en colaboración con el Museo Nacional de Antropología de Lima y bajo el patrocinio del presidente Nicolas Sarkozy, la muestra se articula en torno a quince mantos de la civilización descubierta por Julio C. Tello en 1925. Es la primera vez que el gobierno peruano autoriza la salida de un tal número de piezas caracterizadas por su fragilidad. Su formidable apariencia es fruto del sofisticado trabajo de restauración, financiado por el museo parisino, pero ejecutado por especialistas del departamento textil del museo peruano.

TELAS DE ASOMBRO

Con la pedagogía habitual del más reciente de los grandes museos europeos, la curadora de la muestra ha sabido diseñar un recorrido que explica la preparación de los fardos funerarios, la naturaleza de los objetos contenidos, la fabricación de las telas y la riqueza de imágenes cuya fuerza expresiva ha sido celebrada por los primeros visitantes. Danièle Lavallée reconoce sin embargo que nunca podremos explicarlo todo: "Hemos calculado que un solo manto podía requerir más de diez mil horas de trabajo y una considerable superficie de algodón. Algunos han sido creados combinando 240 colores y gracias a la intervención de ocho artesanos, algunas de cuyas técnicas personales hemos logrado identificar. Sabemos que las telas eran mucho más que telas para los antiguos Paracas y que los muertos no eran solo muertos. El resto, corresponde a cada visitante tratar de imaginar".

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Mítico. Otra de las hermosas telas que se exhiben en el Quai Branly de París.

El museo ha contado con especialistas reconocidos del arte textil para establecer la evolución de las técnicas del hilado, el bordado, el tejido y el teñido. La propia Lavallée trabaja actualmente en la costa de Tacna, donde los artesanos de la civilización Chinchorro desarrollaron hace diez mil años un sofisticado ajuar de pesca y una manera primaria de tejer. Ochenta siglos más tarde, los Paracas comenzaron utilizando fibras vegetales y en el momento de su apogeo, a comienzos de la era cristiana, combinaron el algodón y la lana de auquénidos para fabricar mantos de 1.50 metros de lado destinados a cubrir los restos de quienes los encargaban. En ellos aparecen figuras geométricas, antropomorfas o zoomorfas, así como escenas de ritos, entre los que destacan los sacrificios humanos.

A pesar de que numerosos fardos siguen sin ser abiertos, los elementos dispuestos entre piezas textiles de dimensiones y usos diferentes suelen ser los mismos: diademas, objetos de decoración nasal, quenas de hueso, pinzas de metal, puntas de flechas de obsidiana, cerámica, etc.

TAMBIÉN ELENA IZCUE

Aunque París expuso por primera vez piezas Paracas en 1928, esta es la primera vez que le consagra una muestra específica destinada a ampliar la imagen de un Perú precolombino dominada desde el siglo XVI por los Incas. El excelente catálogo ofrece análisis detallados de algunas piezas e interpretaciones del proceso de las culturas peruanas, para culminar con un audaz texto titulado "¿Cómo leer las imágenes?". Aficionados y conocedores pueden complementar sus lecturas con los textos del artista peruano Fernando de Szyszlo, quien ha definido la pintura como "encuentro visible de lo sagrado con la materia".

Puesto que el Museo del Quai Branly promueve el diálogo entre las culturas y el énfasis en el largo plazo, la muestra Paracas se complementa con una exposición consagrada a la artista peruana Elena Izcue (1889-1970), una de las primeras en inspirarse tanto del arte contemporáneo como de la iconografía Paracas. En el catálogo de la exposición Izcue, la curadora Natalia Majluf firma con Luis Eduardo Wuffarden un texto sobre "El arte precolombino en la vida moderna".

Como si la inauguración de la muestra Paracas no fuera suficiente, autoridades y visitantes del Museo del Quai Branly aprovecharon de la inauguración para celebrar la reciente atribución del premio Pritzker al arquitecto Jean Nouvel, creador del magnífico edificio bajo la sombra de la torre Eiffel. Nouvel ha logrado construir un museo en concordancia con el espíritu de las obras que colecciona y muestra.

La exposición Paracas se mantendrá en el Museo del Quai Branly hasta el mes de julio y se verá realzada por numerosas conferencias y talleres para niños y adultos. Los organizadores han lanzado una operación solidaria con la Fundación de la revista Elle y el fabricante de ropa Etam que recaudará fondos destinados a la población de la región de Paracas, afectada por el terremoto del pasado 15 de agosto.

EL DATO

HISTORIA Y ARTE. Las telas paracas están hechas de lana de alpaca y algodón, fueron descubiertas en 1925 por el arqueólogo peruano Julio César Tello. En ellas aparecen personajes antropomorfos o zoomorfos teñidos con 240 tonalidades distintas.

ARTICULO PUBLICADO EN LAREPUBLICA.COM.PE


Joya de oro puneña marcaría inicio de tradición orfebre en Antiguo Perú

La República

La joya de oro de unos 4,000 años de antigüedad encontrada al sur de la ciudad de Puno constituye un hallazgo de trascendental importancia, pues marcaría el inicio de la tradición orfebre en el Antiguo Perú, sostuvo el arqueólogo Walter Alva, descubridor del Señor de Sipán.

“Es un hecho importante porque indica que hace cuatro mil años se procesaba el oro nativo para la confección de ornamentos. Se trata de un gran aporte a la arqueología peruana”, manifestó a la agencia Andina.

El especialista señaló, además, que lo encontrado coloca a la zona sur del país como un “foco de desarrollo metalúrgico” y al Antiguo Perú como un pionero en este tipo de trabajo en América.

Los objetos ornamentales hallados, entre ellos un collar de nueve cuentas de oro, pertenecen a la zona arqueológica Jiskairumoko, ubicada en la cuenca tributante del lago Titicaca, de la provincia de El Collao.

El científico de la Universidad de Arizona, Mark Aldenderfer, lideró las investigaciones y sus comentarios fueron recogidos por la revista especializada Proceedings of the Nacional Academy of Sciences, de Estados Unidos.

Según el científico, no hay evidencia de cómo fue hecho el collar pero, al parecer, una pepita de oro bruto fue aplanada en un mortero de piedra, luego colocada alrededor de un pedazo de madera y golpeada hasta doblarla en forma de tubo.

La joya se encontraba junto a una mandíbula humana. Para Walter Alva, probablemente se trataría del propietario del objeto, por ello la decisión de que fuera enterrado junto con éste.

Para Aldenderfer, el descubrimiento refuerza la hipótesis de que los primeros trabajos metalúrgicos en los Andes fueron con la experimentación con oro nativo. (Con información de Andina).

ARTICULO PUBLICADO EN LA REPUBLICA.COM.PE